27 de diciembre de 2011

I need you now.

Sinceramente, no sé cómo empezar esto. Cómo expresar todo lo que siento aquí dentro con palabras. 
Empezaré diciendo que no es una buena época. Pero bueno, ¿Hace cuánto que no lo es? Ni siquiera me acuerdo de cómo era la sensación de que todo iba bien, de que no necesitaba nada más para ser completamente feliz, la sensación de que me doliera la cara de tanto sonreír. 
No sé si esto es una mala racha, si todo se va a arreglar pronto o tarde, si a la escurridiza felicidad le dará algún día por dejar de darme la espalda y volverá, no tengo nada claro. Pensaba que tirarme a la piscina y dejar que pasara lo que tuviera que pasar era lo mejor, lo más práctico, dejar que las cosas pasaran sin más, sin una explicación coherente como siempre me había empeñado en buscar. Pero no, yo no soy así, y con cualquier cosa me echo hacia atrás.
Cada día me empeño en pensar que ya te he olvidado, que ya pienso en otras personas como algún día pensaba en ti, que ya no me hacen daño ni tus desplantes, ni tus enfados, ni tus palabras bordes e hirientes. Pero también es verdad que todos los días me levanto pensando en ti, que sueño contigo casi todas las noches, que eres la única persona que puede aparecer en mi mente a cualquier hora del día y sin aviso previo. A veces he pensado que esto no es más que una obsesión, que en cuanto aparezca alguien que te sustituya, todo se acabará, ya no volveré a sentir nada cuando te mire. Pero también es verdad que ha habido sustitutos de sobra, y que ninguno ha sabido darme lo que tú me dabas con sólo mirarme. Ninguno ha conseguido sacarme una sonrisa en cualquier momento del día, y hacer que fuera imposible llorar si estabas hablando conmigo. Nadie, y cuando digo nadie es nadie, me ha ayudado en los peores momentos como tú lo hacías, no dándome la solución a todo, simplemente abriéndome los ojos al mundo, mostrándome que no todo era tan malo.
Y cuántos me dijeron que no te merecía, que fuiste demasiado duro conmigo, que lo pasé demasiado mal por ti. Pero, ¿Dónde están ahora todos ellos, eh? Ni uno se quedó para apoyarme, como tú lo has hecho. 
Puede que esto simplemente sea otra de nuestras infinitas malas épocas, que un día sin avisar vuelvas a aparecer para llenarlo todo de felicidad de nuevo, para hacerme recordar lo fantástico que era estar enamorada de ti. O puede que no. Que este haya sido el adiós definitivo del que siempre tuve un pánico atroz. Puede que esto haya marcado el final, y tenga que dejarlo ir, tenga que desprenderme de él para siempre.
Quizá simplemente sabes que nunca me he ido de tu lado realmente, que sigo aquí pase lo que pase, y que podrás tenerme con sólo chasquear los dedos índice y corazón. 
Porque todos los te quiero que te digo, los sigo diciendo igual de verdaderos que siempre.

20 de diciembre de 2011

No lo entiendes, ni siquiera yo llego a hacerlo.

Frena. Da un paso atrás. Hoy vamos a ir atrás. Vamos a retroceder un poco en el tiempo. A ese tiempo donde todo era fácil, donde no había malas caras, ni insultos, ni gestos de desagrado.
Me empeño en ver la vida como si mañana me fuera a ocurrir algo especial, algo que hiciera que todo cambiara, que hiciera que volviera a ser feliz. Pero no, aún no entiendo que conmigo las cosas nunca han funcionado así. Que yo no necesito un día, necesito tiempo, ir yendo poco a poco, despacio... hasta crear algo, algo grande, algo que merezca la pena mirar desde lejos, y sonreír, y poder pensar "todo esto lo conseguí yo, con esfuerzo, con paciencia, disfrutando lo bueno y aguantando lo malo".
Cuando un "te quiero" podía significarlo todo, cuando no queríamos separarnos ni con pegamento, cuando la espera antes de vernos un día era eterna...
Es tan inevitable como respirar, tan profundo que me sigue quemando a pesar de todo, a pesar del tiempo, del olvido y del odio. Me quema, me duele aquí dentro, tan dentro que ni siquiera yo tengo ni idea de cuánto puede llegar a hacer.
Y aunque nunca leas esto, aunque nunca llegues a imaginar ni la milésima parte de lo que fue, no será porque no te lo repetí día tras día.

8 de diciembre de 2011

Estás sobreaviso, vas a quererme.

El que miente, no es traidor. Y si yo te digo que te quiero, es que te quiero. Te quiero en tus mejores días, cuando nadie te puede quitar esa idiota sonrisa de la cara, cuando por cualquier tontería te echas a reír a carcajadas sin ninguna explicación. Pero también te quiero en los días en los que no hay quien te soporte, los días cuando no paras de repetir que quieres morirte, que la vida es un asco y que nada merece la pena. Esos días yo también sigo ahí, aunque no lo creas, aunque ni siquiera me notes cerca de ti, ahí estoy, esperando que me pidas ayuda para salir del bache. Juré que no te abandonaría y hasta el momento, jamás he roto esa promesa, ni tengo intención de hacerlo. Porque te quiero, te quiero cuando eres adorable, cuando eres un idiota, cuando dan ganas de matarte, cuando me muero por tenerte cerca para comerte a besos.
Porque en eso consistía, ¿Recuerdas? En simplemente estar cuando no te lo pidan, pero cuando sepas que de verdad haces falta.

3 de diciembre de 2011

Where are you?

Lo he vuelto a hacer. He vuelto a dibujar inconscientemente tu nombre en el espejo empañado del baño. Era algo que solía hacer hace tanto tiempo... y que sin embargo hoy me ha dado por repetir. Simplemente pienso que haciendo lo que hacía cuando tú estabas aquí, conseguiré sentirte un poco más cerca... pero no es así.
La monotonía me absorbe todos los días, pero no es esto lo que yo quiero. Es cierto que siempre me ha gustado hacer siempre las mismas cosas, pero no así. Si esta es mi rutina, creo que no quiero seguir viviendo. 
La muerte siempre me había parecido una cosa lejana, algo que no deseaba y que tenía la seguridad de que no llegaría hasta mí hasta que fuera vieja. Pero ahora... la sola idea de seguir viviendo de esta forma hace que me pregunte si no sería tan mala idea desaparecer para siempre. Total, la vida seguiría para los demás, y sólo me echarían de menos un tiempo, hasta que se olvidaran de mí del todo y siguieran con sus vidas. Es triste, pero es real, muera cuando muera, la gente no se acordará de mí demasiado tiempo. Pasaré por este mundo como casi todo el mundo, sin dejar huella en nada ni en nadie, sintiendo que no he hecho nada por cambiarlo.
Es triste sí... pero es real.

29 de noviembre de 2011

Quién sabe...

No es entendible ni explicable. Que un día me importes una mierda y al siguiente vuelvas, y vuelvas con todas las consecuencias. No me explico por qué esta bipolaridad contigo y solamente contigo. Tengo siempre una opinión fija para todo, sé quién me cae bien y quién me cae mal, no cambio de parecer con nadie de la noche a la mañana... pero contigo todo da la vuelta. Hoy puedo quererte con toda mi alma, quererte hasta no dar más de mí, hasta llorar todas las noches por tenerte. Mañana... mañana quizá me importes una mierda. Es más, ten por seguro que será así. Mañana te ignoraré, pasaré de ti, y me dará igual tu mundo, tus problemas... hasta que el círculo se completa, y vuelvo a amarte locamente. 
¿Qué por qué contigo? Bueno, supongo que fuiste tú quién me enseñó a actuar así, y sólo estoy pagándote con la misma moneda. Supongo que tus idas y venidas, sin despedidas, sin saludos, simplemente volviendo una y otra vez como si no pasara nada, me hicieron darme cuenta de que esa es la única moneda de cambio que me servirá contigo: dejarme llevar. ¿Que hoy me apetece? Te saludo, pero no te acostumbres, porque mañana, o con un poco de suerte pasado, ya no serás nadie para mí.
¿Hasta cuando? Hasta que, definitivamente, no tenga nada que decirte.

27 de noviembre de 2011

Have I found you...

La cuenta atrás ha empezando. Cada día que pasa queda menos tiempo para llegar a aquella época de nuevo. No negaré que tengo miedo. Tengo un miedo terrible a que llegue, a que tenga que pasarla de nuevo... pero esta vez sin ti. Cada día me levanto con ganas de comerme el mundo, de encontrar a alguien que pueda pasar conmigo esos terribles días, pero no hay nadie... los días pasan, monótonos, uno tras otro, ninguno se diferencia del anterior ni del siguiente... días oscuros, días en los que te echo de menos, aunque tú ni siquiera te des cuenta. Aunque ni siquiera quieras ver a la persona que te sigue esperando, sin importarle el tiempo. 
Los días lluviosos me recuerdan a ti. A ti y a mí caminando agarrados de la mano, bajo un cielo cubierto, con la lluvia resbalando por nuestras caras, pero sin importarnos. 
Ahora, cada vez que llueve, pienso en ti, y te imagino mirándome como sólo tú conseguías mirarme, con esos ojos enamorados. Y te veo, así, dándome un beso en la frente mientras me abrazabas un poco más fuerte. 
Y... la tristeza inunda mis ojos.

18 de noviembre de 2011

Entonces lo sientes. Sientes que el mundo se te cae encima poco a poco. Sin más, sin motivos aparentes, pero es como si te hubieran clavado un cuchillo y lo fueran retorciendo cada vez más y más fuerte.
Esa necesidad de preguntarte qué tal te ha ido el día, cómo estás, por qué no quieres hacer esto. Esa felicidad cuando me contabas lo que te gustaba o lo que no. ¿Dónde está todo eso, eh? ¿Dónde quedaron tus "eres la única persona que me jodería perder"? ¿Y los "eres la única que me entiende"? 
Preguntas sin respuesta. Preguntas que sé que no debería hacerme, pero me hago y me repito todos los días, sin encontrar una razón lógica.
Una razón que ni siquiera tú sabes explicar. 

14 de noviembre de 2011

Sometimes it hurts instead

Intento convencerme de que esta vez es la definitiva. De que ya no volverás, de que por fin has dejado claro que no quieres tener nada que ver conmigo. Tú por tu camino, y yo por el mío.
Sin embargo, nunca es así de fácil, oh, claro que no. Siempre queda un resquicio, un clavo ardiendo del que me niego a soltarme, del que me agarro con todas mis fuerzas. Siempre dejas una posibilidad a la esperanza. Y, no sé por qué, siempre acabas volviendo.
No sé si es por tu impredecibilidad, por tus ganas de hacerme la vida imposible, o si soy yo, que me empeño y me empeño, que no sé vivir sin tenerte a mi lado, que me gusta que me lo compliques todo, pero que me gusta aún más cuando gracias a ti todo es tan sencillo como respirar. 
Quizá los dos tenemos culpa de que esto nunca se acabe, de que siempre que intentamos continuar nuestra vida por rumbos separados, ella se encargue de volver a unirlos, y nos haga volver a empezar de cero, con borrón y cuenta nueva, y ya está, punto.
No sé cómo nos las arreglamos, no tengo ni la más mínima idea de lo que te pasa por la cabeza, al igual que pienso que yo soy como un libro abierto respecto a este tema. Sólo espero que elijas lo mejor para ambos... pero por favor, elige ya. 

7 de noviembre de 2011

Y tanto que decían que tú eras mi destino...

Tarde o temprano tenemos que darnos cuenta de las cosas. Nos damos cuenta de que los reyes magos no existen, de que todo en la vida no es sacar buenas notas, ni que a todo el mundo le va en la vida tan bien como a nosotros. No, hay gente que se muere de hambre cada dos segundos en el mundo, que están viviendo situaciones el triple peores que las nuestras. 
Tarde o temprano nos despertamos un día, y sabemos que algo se ha accionado. Que ya no volverá a ser lo mismo. Nos damos cuenta de que aquello que tanto nos importaba ayer, no es más que una tontería hoy. De que esos "para siempre" que creíamos tan verdaderos, tal y como los sentíamos cuando los dijimos, en realidad nunca se cumplirán, porque, quien sabe por qué, ya no los sentimos. Hay veces que duele. Duele darse cuenta de que esa persona ya no cree en aquel "para siempre" o en aquel "siempre me tendrás a tu lado". 
Pero quien sabe, a lo mejor duele más darte cuenta de que tú misma tampoco lo sientes ya... 

5 de noviembre de 2011

Frena el tiempo.

Y otra vez vuelve la rutina. La rutina de no para de llorar hasta altas horas de la madrugada. La rutina de no querer levantarse por las mañanas, pensando que algo puede cambiar mientras no te muevas y te quedes muy quieta. Escuchando las canciones que pensabas que ya no tendrías que volver a reproducir... 
Joder, quiero morirme.

2 de noviembre de 2011

Cómo hablar...

Y entonces te das cuenta. Tenían razón. Por mucho que te empeñes en no prestar atención, en mirar hacia otro lado, y hacer como si la cosa no fuera contigo, en realidad te consumes lentamente. Intentas que no se te note, que parezca que estás perfectamente, como si nada hubiera pasado, pero por dentro estallas, te consumes y no sabes cómo solucionarlo.
Crees que pasar del tema es lo mejor, hacer que no te importa lo más mínimo y seguir tranquilamente hacia delante. Pero, tristemente, te das cuenta de que no puedes, ya no. No después de tanto tiempo, ni de tantas cosas que recordar. 
Y entonces, te acuerdas de aquella promesa que hiciste tanto tiempo atrás. Rememoras el momento en el que te formularon la pregunta que desencadenaría todo lo demás. 
"¿Estarás siempre ahí, pase lo que pase, o prefieres darlo todo por perdido?"
Y, cómo no, tú respondiste que siempre, SIEMPRE, permanecerías quieta, inalienable, sin moverte ni un ápice, siempre al pie del cañón. Y, como siempre, lo cumpliste. 
Y ahora te das cuenta de que ya no lo puedes cambiar. De que esa promesa no se ha roto nunca, por muchas cosas que hayan pasado, y esta no será la definitiva.
Te das cuenta, por suerte o por desgracia, de que elegiste no elegir a nadie más.
Lo malo es lo que eligieron los demás.

27 de octubre de 2011

How wonderful life is...

Los ojos más bonitos que había visto en su vida. Tanto, que no podía dejar de mirarla fijamente. Definitivamente, aquellos ojos verdes eran los que hacía tanto tiempo que buscaba. El brillo justo, expresando cada emoción de aquella personita sentada justo en frente de él. 
Desde ese momento, nada más ocupó sus sueños. Tan sólo podía soñar con aquellas pestañas largas hasta el infinito, aquellas pupilas pequeñas, rodeadas de verde, gris, marrón... por todas partes. Era como si aquella mirada le persiguiese a cualquier lugar al que fuera. Mirara a quien mirara, todas las miradas eran simples y pobres comparadas con la suya. Era una mirada que transmitía seguridad, pero a la vez una tremenda fragilidad, como si necesitara que alguien la protegiera de todos los obstáculos. Y, por supuesto, él sabía que era el adecuado para esa misión.
Quizás si se hubiera fijado antes en aquellos ojos, todo hubiera sido mucho más fácil.

23 de octubre de 2011

Necesitas decir que no a los miedos.

Ni siquiera ya sabía por qué esperaba. No tenía ni idea de por qué seguía sentada en aquella habitación, esperando que él volviera a buscarla, rescatara todos los momentos perdidos hasta ahora y la llenara de nuevo de ese amor tan puro que sólo él sabía darle.
Ni siquiera sabía por qué, pero lo hacía. Seguía mirando hacia atrás, esperando cualquier indicio, cualquier pista que pudiera indicarle que él había regresado. Esperaba, y esperaba. Esperaba día tras día, y se negaba a dejar de esperar. Quizá todavía no entendía que esperar no servía de nada, pero tenía miedo de que si dejaba de esperar, él regresara y ella ya no estuviera. 
Porque, lo que ella más temía por encima de todo, era fallarle. Haría cualquier cosa por hacerle feliz, aunque tuviera que sacrificar su propia felicidad por ello. 
A lo mejor ese fue el mayor de sus problemas.

19 de octubre de 2011

And when he's walking...

¿Quieres que te sea sincera? Está bien. Yo nunca busqué labios que al día siguiente de estar conmigo no supieran ni mi nombre. Yo quería un amor de esos de película, con besos eternos, sonrisas, y una relación en toda regla, de esas en las que el chico te viene a buscar a casa en su todo terreno gris para llevarte al instituto, o te regala dos docenas de rosas por San Valentín. Es cierto que nunca he sido capitalista, y que prefiero mil veces antes una púa desgastada pero con valor sentimental que un anillo de diamantes, pero tal vez la falta de amor me hacía desear esas cosas que nunca habían sido mi estilo.
Pensaba que tenía todo organizado, que sabía de quién me enamoraba, que jamás tenía dudas. Pero ahora... me miro al espejo y me doy cuenta de que echo de menos a alguien que aún no conozco. Que ninguna persona de mi entorno actual sabe aportarme lo que de verdad yo quiero... y me aterra. Me aterra no poder encontrar nunca a ese alguien que sé que está en alguna parte, muy lejos de mí, o tal vez demasiado cerca. Temo que nunca se me iluminen los ojos al ver a alguien dar la vuelta a una esquina, o cuando alguien me sonría.
Temo conocer ya a esa persona... y no querer darme cuenta.

18 de octubre de 2011

Maldito el maestro, y maldita la aprendiz.

Es así como te das cuenta de que realmente has encontrado a alguien importante. No importa que te falle, que te haga daño, o que se enfade contigo por cualquier tontería. Podría hacerte tantas cosas... y sin embargo, tú jamás te enfadarás con él. Jamás serás capaz de ponerle una mala cara, de mostrarle tu disgusto, tu decepción...
Y es así, como empiezas a admirar cada uno de sus defectos, por muy malos que sean, tú ya no puedes verlos como algo que te impida quererle. 

12 de octubre de 2011

El asco en persona...

Y hoy, me vuelvo a sentir sola. Sí, sola. Sola porque parece que todo el mundo encuentra por fin a quien quiere, que consigue lo que quiere. ¿Y yo? ¿Qué hay de mí? Parece como si nadie se preocupara por mis sentimientos, por lo que siento yo. 
Necesito a alguien que me haga sentir esa sensación que hace tanto tiempo que no vivo. Quiero despertarme por las mañanas y que el recuerdo de su voz, de su olor, me inunde y me haga soñar despierta. Quiero llegar a casa después de haber pasado la tarde con él y tumbarme en la cama y sonreír, sonreír de verdad, no como hasta ahora. 
A veces pienso que soy la única persona que no tendrá jamás una pareja una "media naranja" de esas que sabe todo de ti, te quiere, te apoya cuando nadie lo hace... a veces pienso que cuando quien quiera que fuese creó el universo, se olvidó de ese pequeño detalle de crear alguien a quien algún día llamaría "amor mío". 
Quiero alguien, joder. Alguien a quien pueda mirar y decir: cariño, eres sólo mío.

8 de octubre de 2011

...

Son estos momentos. Estos, cuando crees que el mundo se te cae encima por los cuatro costados, cuando crees que no eres más que un insignificante punto en medio de una sociedad que no te entiende ni nunca lo hará, que está demasiado preocupada de sí misma como para fijarse en alguien como tú. Son estos momentos cuando la soledad amenaza con tirar abajo la puerta de tu mente, y entrar, devastando todo a su paso. Estos momentos, ESTOS, son los momentos en los que te necesito. Estos son los momentos en los que sólo quiero oír tu voz tranquilizándome, diciéndome que todo saldrá bien, aunque no sea verdad, si sale de tus labios, yo me lo creo. Y es que, no sé exactamente cómo lo haces, pero eres el único capaz de hacerme sonreír aunque todo me vaya mal, aunque todo esté patas arriba y mi vida deje de tener sentido, llegas tú, y lo ordenas todo con solamente una sonrisa y un beso suave. Y así, despacio, me miras largamente a los ojos, y los problemas desaparecen. 
Son estos momentos en los que te grito sin voz que TE NECESITO, que necesito que me preguntes qué me pasa, por qué estoy así. Y, curiosamente, son justamente los momentos en los que nunca estás aquí.

5 de octubre de 2011

No me sueltes, jamás.


Y de repente te das cuenta de que todo ha terminado, de verdad. Ya no hay vuelta atrás, lo sientes. Y justo entonces intentas recordar en qué momento comenzó todo, y descubres que todo empezó antes de lo que pensabas. Mucho antes. Y es ahí, justo en ese momento, cuando te das cuenta de que las cosas sólo ocurren una vez. Y por mucho que te esfuerces, ya nunca más volverás a sentir lo mismo.
Ya nunca más volverás a estar a tres metros sobre el cielo.

4 de octubre de 2011

Sólo ámame y que sea para siempre.

Dime, ¿Se puede sentir algo así? ¿Se puede sentir que mientras te miro, me entren ganas de llorar y reír a la vez? Tantos sentimientos confusos se acumulan en mi mente, no me dejan pensar, me bloquean por dentro. Y si pudiera decirte todo lo que pienso todas las noches, oh... sería perfecto. Sería perfecto poder hacer salir de mi boca todas las palabras que en la oscuridad de mi cuarto resultan tan fáciles de pronunciar. Cómo decirte, que ya no dejo de pensar en ti, que sólo busco tu sonrisa para respirar tranquila, y que ya no me valen las palabras de nadie más. Hacía tanto tiempo que no sentía esto, que tengo miedo. Tengo miedo de volver a fastidiarlo todo, de volver a sentir esa sensación de que me rompo en mil pedazos por dentro, de volver a perder lo que más quiero... 
Sé que dicen que si no arriesgas no ganas, pero a veces pienso que es mejor resignarse a algo que nunca podrá ser. Que es mejor mirarte desde lejos y pensar en que soy aquella persona que está hablando contigo. Que prefiero acercarme mucho a dónde estés, para poder sentir, aunque sólo sea un instante, tu olor, y guardarlo dentro, muy dentro de mí. Y seguir así, sintiendo que te quiero cada día más, pero sin intentar hacer algo con esto que tengo dentro y que me mata un poco más según pasa el tiempo. 
Te quiero. Quizá sean las palabras que, por cobardía, jamás llegue a decirte, aunque sólo tengan una acepción, y seas tú.

24 de septiembre de 2011

Vamos a perdernos en el mundo.

Oye tú, sí tú. Escúchame bien, porque no voy a repetirlo. ¿Qué eso que has hecho conmigo? ¿Acaso te crees con derecho a usarme de esta manera? A tenerme atada día sí y día también, a no dejarme salir de entre las sábanas de tu edredón, a estar en mi mente a todas horas. ¿Quién te dio permiso para hacerte el responsable de mis sonrisas y de mis lágrimas? Y ese brillo que tienen mis ojos cada vez que te ven aparecer tras cualquier esquina, ¿Quién les mandó que sólo pudieran iluminarse cuando te vieran a ti, eh? 
Explícame tu secreto, el mejor guardado desde la invención de la Coca Cola. Exijo saber por qué tu olor es el que mejor le viene a mi nariz, o por qué tus manos son las únicas capaces de hacer que mi piel se ponga de gallina. Porque los te quiero son bonitos, pero aún más si salen de tu boca. 
Y, para qué te lo voy a negar, tengo miedo. Tengo miedo de que algún día desaparezcas de mi vida, te canses de mis besos, o simplemente quieras cambiar de aires. Tengo miedo porque no sé qué será mí. Porque no sé si volveré a sentir nada de esto, o si habrá alguien capaz de despertar en mí lo que tú despiertas cada día un poco más. Me aterra quedarme sin tu sonrisa, olvidarme de tu voz, o perderme debajo de cualquier edredón y ya no sentir dentro tu olor. 
Daría el mundo por ti. El mundo, la galaxia, o el universo entero si fuera necesario. Por un sentimiento.

23 de septiembre de 2011

Cuándo aprenderíamos...

En eso consistía. Precisamente en que nunca fuera un tú, o un yo. Era un NOSOTROS. Y con eso éramos grandes, invencibles. Creíamos que el mundo era pan comido, que no había nada ni nadie capaz de hundirnos, por el simple hecho de ser eso, de ser un colectivo, un equipo, unos amigos, unos algo más que amigos. ¿Qué más daba la denominación que le diéramos? Éramos nosotros, con nuestros más y nuestros menos, aunque siempre, no sé cómo nos las ingeniábamos, predominaban los más. ¿Que qué pasó? Simple, sencillo, como el respirar. El tiempo hizo mella en nuestros rostros, pero aún más profundamente en nuestro corazón. Nos mirábamos, y ya no veíamos un mundo lleno de aventuras, un mundo hecho para nosotros. Caminábamos solos por la calle de la desolación, intentando volver a encontrar esa estación de tren que nos volvería a llevar al mundo que un día conquistamos a base de besos, caricias y abrazos. ¿Dónde estaban las canciones que nos cantábamos sin abrir la boca, los sentimientos que fluían sin necesidad de manifestarlos? No lo sabíamos, quizá ya ni siquiera nos lo preguntábamos. 
Y nos perdimos. Nos perdimos en una de tantas calles sin salida hacia un mañana mejor, donde todo era oscuro y los días siempre estaban nublados.
"Qué mala es la distancia", decían los que nos conocieron un día en nuestra mejor época. Y nos reíamos, pensando que eso jamás podría con nosotros, que estábamos muy por encima de todo aquello, de todos esos ideales.
Quizá, y sólo quizá, ese fue nuestro mayor problema. 

14 de septiembre de 2011

Es este amor eterno...

Así, justamente así. Que el tiempo se pare en cada vez que me sonríes, en cada pequeña arruga que sale en tu frente cuando piensas profundamente, o cuando te hago enfadar en broma. Que se detenga cuando me besas, o en esos maravillosos instantes justo después de que nuestros labios se separen. No dejes que el tiempo avance, que nadie cambie esto. Sígueme regalando recuerdos que se quedarán grabados para siempre en mi memoria. Cada tarde queda graba en mi mente, cada pedazo de cielo que me alcanzas, cada beso eterno que nos damos, de esos que nunca quieren acabarse, de esos que siento tan dentro. ¿Que qué haría sin ti? ¿Sinceramente? No lo sé. No tengo ni la más remota idea de qué podría hacer sin tu amor, sin tu apoyo, sin que me des todo sin pedir absolutamente nada a cambio. ¡Y qué más da que se acabe el mundo si estás tú conmigo! Como si caen cien meteoritos, como si el mar se desborda por los cuatro costados, como si las montañas se meten bajo tierra. Que el mundo se vuelva del revés, que mientras yo te tenga, no hay nada que temer. Que la luna no vuelva a salir, que mientras yo esté junto a ti, tendré a todas las estrellas conmigo. 
No cambio cada momento por nada, no cambio cada sonrisa por nada, no me cambio por nadie. Porque... ¿Sabes una cosa? TE QUIERO. Y sí, tenía que decirlo.

26 de agosto de 2011

Aunque el mundo deje de girar mañana...

Llegó un día en el que se dio cuenta de las cosas. Por primera vez, abrió los ojos, y lo miró fijamente, mientras un dedo resbalaba lentamente por su columna, dibujando bocetos de una vida perfecta, igual que aquella noche abrazados sobre la cama sin hacer, con un montón de cojines alrededor de ellos, abrigándolos, protegiéndolos del mundo exterior. 
Lo miró, así como miran los niños a su nuevo juguete, aquel que no dejarán en mucho tiempo, aquel que siempre recordarán por muchos años que pasen como su mejor amigo de la infancia. Y, sin saber cómo ni por qué, apartó la mirada y sonrió sin tener en verdad razones para ello, sintiendo en su interior un amor que no conocía ni nunca había conocido barreras ni impedimentos. 
El tiempo los había puesto tantas veces entre la espada y la pared, a punto de caer por el precipicio, que daban todo por perdido. Pero, como bien dicen, el destino es caprichoso, y quiso volver a unirlos, quiso que sus caminos volvieran a encauzar la misma dirección, y volvió a unirlos. 
No sabían, no tenían claro, qué sería lo próximo que ocurriría, pero cuando se miraban a los ojos y el mundo se paraba, en sus corazones algo se activaba, algo que hacía palpitar todo a su alrededor. Quién sabía, quién podía decirles a ellos, lo que el destino les deparaba...
...ahora, ¿Cuánto tiempo? Quizás 3, 4 años después, se miran y sonríen, por mucho que cueste creerlo, siguen así, sonriendo. Después de tantas adversidades, de tantos llantos, de enfados, disputas, insultos... vuelven a mirarse y saben que en el fondo nunca hubo odio de verdad, simplemente rencor, situaciones exageradas por ambos... 
Ahora, se miran, y sólo ven eso, miradas. 

24 de agosto de 2011

...

No sé lo que puedo esperar de nadie. Puede que las personas que parece que siempre estarán ahí te fallen cuando menos lo esperes. 
La desolación llama a tu puerta sin que tengas tiempo de evitarla, y de nuevo vuelves a sentir esa sensación de abandono dentro de ti, esas ganas de llorar que creías perdidas. Pero no, no puedes seguir así, lamentándote día tras día de lo que pudo ser y no fue, de las idas y venidas, de las despedidas. No puedes quedarte anclada en un pasado que ya sólo es eso, pasado. Y que el pasado hay que olvidarlo, y que cuanto antes se olvide, mejor. Se acabó lamentarse, se acabó para siempre. 
Que dicen que el tiempo cambia las cosas... pero en realidad es uno mismo quien las cambia.

17 de agosto de 2011

Tears running for your eyes.

Es curioso cómo pasan las cosas. Un día puedes estar en la cima del mundo, y al siguiente caer al fondo del precipicio. Puedes encontrarte con que todo en lo que un día creíste no eran más que mentiras, mentiras que hacían que cada día tu corazón se ensanchara un poco más. Entonces, decides que jamás volverás a abrirte a nadie, que nunca más permitirás que una persona llegue tan dentro de ti, conociendo cada detalle, cada sonrisa, cada sentimiento sólo con mirarte a los ojos fijamente.
Así, sin más, va pasando el tiempo en tu vida. Ves trenes y trenes pasar por delante de ti, pero ya no coges ninguno, ya no aventuras, por miedo a volver a perder lo poco que te queda. Te mantienes así, lamentándote de lo que un día quizá no supiste amar lo suficiente, o amaste en exceso.
Entonces, cuando ya lo dabas todo por perdido, aparece. Al principio lo miras, sin saber muy bien qué hacer, pues las sensaciones que estás empezando a experimentar llevaban mucho tiempo dormidas dentro de ti misma, escondidas en algún rincón de tu corazón temerosas de volver a sufrir otra pérdida irreparable. Pero poco a poco te das cuenta, de que no podía ser otro que él, de que es el único que te entiende cuando nadie lo hace, el único que sabe sacarte una sonrisa cuando nadie puede, por mucho que lo intenten. Él, y solamente él sabe hacer que no te sientas sola en el mundo, sabe guiarte en medio de las tormentas que asolan tu vida a diario, sabe darte la fuerza y la esperanza necesarias para avanzar, para seguir adelante en ese camino que llaman vida. El solo pensamiento de perderlo hace que se activen todas y cada una de tus terminaciones nerviosas hasta el punto de que tu respiración se pare y te sientas morir. Le necesitas, no sabes cómo ni por qué, pero sabes que sin él tu vida no tiene sentido, que desde que apareció es como si un meteorito hubiera cruzado tu cielo, y que si se va, el meteorito se apagará y quedarás deslumbrada por su luz y sin poder a ver nunca más.
¿Es amor? ¿Es obsesión? Quizás tenga ambas partes, pero si algo sabes con seguridad, es que no lo dejarás escapar, no otra vez, no ahora.

10 de agosto de 2011

Todo cambió...

Nunca pensé que esto pudiera pasar. Que, de repente, me pudiera encontrar en medio de dos mundos completamente opuestos. Uno, lleno de amor, de sonrisas de enamorados, de alegría... El otro oscuro, inseguro, con sentimientos contrarios... pero los dos igual de atractivos a mis ojos. Siempre me había hartado de decir que no se puede estar enamorada de dos personas a la vez, que yo siempre había tenido mis sentimientos claros; sabía a quién quería y no dudaba ni un instante cuando de amor se trataba. Ahora... todo ha cambiado. Estoy en el centro de dos partes que tienen sus cosas buenas y malas, pero que adoro por igual, y no soy capaz de decidirme por una de ellas. Me duele, me duele esta desazón que atraviesa mi corazón cada día, cuando alguno de los dos me lleva hacia su territorio. Entonces, siento como si ya hubiera elegido, pero luego el otro hace algo que me vuelve a poner de nuevo en medio. 
¿Qué hacer... cuando todas las cualidades que siempre deseaste en tu hombre perfecto están en dos personas distintas, y no puedes rechazar ninguna de ellas?



6 de agosto de 2011

Te sacude la vida, te derrumba el amor.

Nueva vida, nuevos sentimientos encontrados... y mucha desolación. Darte cuenta de que las cosas no siempre fueron como una vez las imaginaste. Volver, con frente bien alta, con una sonrisa en la cara a veces es tan difícil... 
El corazón aún guarda resquicios de este amor, pero ya nada es igual, y eso ayuda a que se curen el alma... y los sentimientos.

2 de agosto de 2011

Ni siempre ni nunca.

Es curioso como muchas veces intentamos hacer como si el pasado nunca hubiera existido. Nos empeñamos en pensar que nunca estuvo ahí, que es como una ilusión que en realidad nunca vivimos. Miramos hacia delante, hacia el futuro incierto, esperando que lo más pronto posible ocurra algo que nos haga olvidar del todo los recuerdos que cada día nos atormentan, aunque no se lo digamos a nadie.
Sin embargo, un día cualquiera, un pequeño detalle, una mirada, puede hacernos retroceder en el tiempo a la velocidad de la luz. Nos hace volver de nuevo a esa época que queríamos borrar a toda costa, que desearíamos que no se nos hubiera quedado grabada en algún rincón de la memoria. Pero volvemos. Volvemos, y de repente, rememoramos todo; cada gesto, cada sonrisa, cada sensación... y nos damos cuenta de que desde aquellos momentos, no hemos podido volver a experimentar lo mismo. Nos hemos ido acostumbrando a vivir sin esos sentimientos que nos ponían la piel de gallina, o que hacían que en todo el día se nos pudiera borrar la sonrisa. 
Y entonces, ese día en el que te das cuenta de todo lo que has perdido después de tanto tiempo, te derrumbas. Después de haber intentado borrar todo de tu mente, esta se desborda como una cascada, golpeando cada centímetro de tu cuerpo, haciendo que tu corazón vuelva a sufrir de nuevo todo ese dolor contenido en una caja que nunca se llegó a cerrar.
Y lo peor... lo más horrible de todo, es que nadie puede ayudarte, o que quien puede... nunca lo hará.

31 de julio de 2011

Sonrisas que acompañan...

Es extraño. Nos pasamos la vida intentando que las cosas salgan de una manera determinada, tal y como nosotros queremos. Deseamos que ese examen nos salga bien, que no se agote en las tiendas aquella camiseta que hemos visto y que tanto nos gusta... 
Sin embargo, si todo saliera tal y como lo planeamos, ¿No sería demasiado aburrido vivir? No tendríamos sorpresas, pues las cosas nunca cambiarían de como nosotros las queremos. No sabríamos ser pacientes y esperar lo que la vida tuviera que depararnos. 
Todo es como una montaña rusa, nunca sabes qué te esperará en la próxima curva, o si la siguiente bajada será muy grande y temible. 
Por eso me he propuesto no ponerme límites, disfrutar del hoy, y dejar que mañana pase lo que tenga que pasar, pues la vida es aquello que te sucede mientras tú te empeñas en hacer otras cosas.

16 de julio de 2011

I won't be afraid.

Quizá fue su sonrisa, que me hipnotizó. Quizá su olor, que me transportó hacia un lugar donde jamás había estado. Pero en aquel momento, supe con seguridad, cuál era mi cometido en la vida. En ese mismo instante me di cuenta de que la única razón por la que yo estaba en el mundo era para hacerle feliz, para impedir que se hundiera, para ayudarle a salir de todos y cada uno de los hoyos donde cayera.
Así, día tras día, fuimos forjando un futuro, a veces incierto y turbio, otras simple y sencillamente perfecto. Decidimos cuántos hijos tendríamos, a qué colegio irían, cómo los educaríamos. Sabíamos que si eran hijos nuestros serían perfectos, y no teníamos miedo de nada. Teníamos la ilusión de envejecer juntos, de que la última persona que veríamos antes de morir sería el otro, de que las últimas palabras que pronunciaríamos serían un "te quiero". Estábamos completamente seguros de que nos complementábamos, de que cuando uno sufría, el otro lloraba amargamente. De que, o caíamos los dos, o no caía ninguno.
Éramos conscientes de que no todo sería fácil, pero estábamos dispuestos a superar cualquier obstáculo por algo que de verdad queríamos.
Era bonito soñar tumbada a su lado mientras nuestros labios se rozaban y se nos entrecortaba la respiración. Era bonito coger su cara entre mis manos, y decirle que le quería mirándole a los ojos, y pasarnos horas discutiendo sobre quién quería más a quién. Eran bonitos aquellos besos de despedida que siempre se querían alargar eternamente, pues nunca queríamos separarnos.
Era bonito quererle, pues él era la manzana prohibida.

12 de julio de 2011

Que tus ojos me cuenten que te han visto llorar...

No lo sabíamos, no lo teníamos claro. En realidad, ¿Quién podía imaginarlo? Éramos él y yo, sin espacio ni tiempo. Éramos como un par de gotas de agua resbalando por el cristal de una ventana tras una tarde de lluvia; no sabíamos que íbamos a encontrarnos, pero de repente nos juntamos para ir juntos hacia abajo, con otras gotas que nos miraban desde lejos recelosas. Sin embargo, llegó un día en que tuvimos que separarnos, en que él tomó su propio camino, y yo me quedé allí, sin saber qué hacer ni hacia dónde ir. Fue como si la mayor parte de la gota que formamos juntos se hubiera ido con él, y yo me hubiera quedado sin nada.
No sabíamos si nuestros caminos volverían a unirse, si se podría superar todo aquel odio y volver a mirarnos a los ojos puramente. Solo mirábamos hacia delante, hacia el futuro incierto, esperando a otra persona que nos hiciera olvidar el dolor. 
Quizá nos equivocábamos desde el principio, y todo nos hacía volver al mismo sitio.

10 de julio de 2011

Ven a dormir conmigo, no haremos el amor, él nos hará.

Era tarde, muy tarde. Se dirigía ya a casa, para dormir, para olvidar aquella noche llena de altibajos, de momentos de descontrol total, y otros de bajón. Pero entonces, lo vio. Supo al instante que él no era como los demás. Era alto, rubio, con unos impresionantes ojos verdes y una sonrisa que enamoraría a cualquier chica. Pero, sin embargo, no fue eso lo que le llamó más la atención de él. Estaba solo, solo en una calle atestada de gente. Él se había sentado en un banco apartado de la multitud y miraba fijamente al frente, con la mirada perdida dentro de un mundo complejo y doloroso, donde nadie querría estar. 
Sintiendo la necesidad de hacer algo, se sentó sigilosamente a su lado. "Creerá que estoy loca", pensó. 
Ninguno de los dos dijo nada en un buen rato. Él parecía no haberse dado cuenta de su presencia, y ella se sentía demasiado tímida a su lado, a pesar de que normalmente no lo era. Por fin, después de algunos minutos en los que ella contuvo la respiración, él se volvió finalmente a mirarla. 
-Te estaba esperando-Dijo.
-¿A mí?-Logró contestar ella.
-Sí. Llevo meses observando cómo cada sábado sales de fiesta a las mismas discotecas, y luego regresas a la misma hora y por el mismo camino en dirección a tu casa. 
-¿Cómo es, entonces, que nunca me había fijado en ti?
-Porque tenía que ser así, esta noche.
Y sin pensarlo más, le dio un suave beso en los labios, pero que activó todas y cada una de sus terminaciones nerviosas. Fue como un calambre de electricidad, como si de repente se sintiera adicta a aquellos besos, como si algo se hubiera accionado y ya no hubiera marcha atrás. 
-Has pasado muchas noches esperando-Terminó por decir ella.
-Bueno... supongo que se pueden pasar todo tipo de obstáculos si el premio es algo que quieres de verdad.

1 de julio de 2011

Juro que si me dan a elegir entre la libertad y tú, te elijo a ti.

Es como una ráfaga de aire frío en pleno verano. Como sentir el calor de un radiador el 30 de diciembre. Como correr descalza por la hierba, y sentir su roce en la planta de los pies. Es mejor que comer chocolate sin medida, que sumergirte en una piscina, que bañarte en el mar. 
Fue más alucinante que una montaña rusa, que un viaje en avión con turbulencias, que tu comida favorita el día de tu cumpleaños, que la más bonita de las estaciones.
Es refrescante, aterrador, cálido, placentero, relajante, estimulante, soñador, prisionero.
Es el amor, con todos sus condimentos.

30 de junio de 2011

Era sencillo, como el respirar.

¿Que qué me pasa? No es tan difícil de adivinar. 
Me pasa la impotencia, las ganas de llorar, de mandarlo todo a la mierda. Me pasa que te quiero, que no consigo olvidarte, que no sales de mi mente, ni de mi corazón, ni de mi alma. Me pasa que nos complementamos, que si tú no duermes, yo padezco insomnio, que si tú estás mal, yo me rompo por dentro. Me pasa que te necesito como en mi vida había necesitado a nadie. Me pasa que aunque intente olvidarte, tú vuelves una y otra vez, por casualidad, por destino... llámalo x.
Me pasa que te quiero, simple y sencillamente, y cada día se me hace más largo este camino que llaman vida, aunque no sé si puede recibir ese nombre en mis circunstancias, pues vivo sin vivir en mí realmente, vivo como una zombie, haciendo todo lo que hago por hacerlo, sin alicientes ni ilusiones que hagan de esto una VIDA. 
¿Que qué me pasa? 
Me pasas tú.

27 de junio de 2011

Leave the past behind me.

Y correr, gritar, saltar. Que sí, que ya soy libre. De ti, de tus besos y caricias, ya me olvidé. Que vivo por y para el mañana, sin pensar en el pasado, dejándolo donde debí dejarlo hace mucho tiempo. Hoy voy a desmelenarme, a saltar por las calles, a poner la música a todo volumen y a bailar como una loca hasta que la noche acabe y los primeros rayos de sol despunten por el horizonte. Voy a beber hasta que mi hígado no pueda más, y a correr como si no hubiera un mañana para mis ojos. 
Es esa sensación. Esa que te obliga a hacer locuras porque sí. Es el verano que tira de ti y te arrastra hacia lugares que nunca pensaste que visitarías. Es el amor de verano, que te sonríe cada día. Es la sensación de poder volver a sentir sin remordimientos, sin ataduras. 
Sin duda, puedo afirmar que HOY MI VIDA COMIENZA.

21 de junio de 2011

-¿Y tú? ¿Cómo es tu hombre ideal?
+¿Mi hombre ideal? Mi hombre ideal sería alto y moreno. Sería alguien profundo, gracioso. Una persona profunda, que supiera hacerme reflexionar sobre las cosas, pero que a la vez me las facilitara. Alguien que tiene interés por el saber, que se preocupa por la gente que quiere. Sencillo, a la vez que tremendamente complicado. Alguien que me haga sentir que cuando estoy con él, estoy segura, pues él me cuida como ninguno. Mi hombre ideal es ese que con una mirada puede decírmelo todo. Aquel que no me diga muchas veces que me quiere, pero que cuando me lo diga, sea porque de verdad lo sienta. No es alguien que me regale todos los días cosas materiales recuerdo de una fecha. No. Es aquel que me regale el menor número de cosas posibles, pero que con un beso, o una sonrisa, sepa darme el mejor de los regalos: la felicidad. Esa felicidad adictiva, esa felicidad que se contagia.

19 de junio de 2011

Si me olvido del sonido de tu voz... no tengo donde agarrarme.

Quizá esté cometiendo el mayor error de mi vida, quién sabe. Quizá estoy esperando a alguien que nunca llegará, que por más que desee que aparezca nunca lo hará. 
Pero bueno, ¿Acaso no dicen que a veces hay que dejarse llevar por el instinto? Pues eso hago. Y mi instinto me dice que alguien perfecto está a punto de llegar, que ya casi puedo sentirlo, olerlo, tocarlo... pero que aún es demasiado pronto para verlo.
Puede que no sea verdad, que mi subconsciente me esté jugando una mala pasada de nuevo, pero si algo tengo claro, es que no me daré por vencida. Porque, una vez, prometí que haría a una persona infeliz, la más feliz del mundo. Juré que la protegería, que nunca dejaría que nadie le hiciese el más mínimo daño. Sin embargo se me está escapando de las manos, pues esa persona se cansó de mi ayuda: o ya no la quiere, o siente vergüenza por necesitarla tanto. El caso es que yo necesito volver a su lado, para coger los dos de nuevo juntos las riendas de nuestra vida, e ir allá donde nada ni nadie pueda molestarnos, donde los sueños se hacen realidad, nuestros sueños.
La cruda realidad de hoy en día es que poca gente sabe ponerse en el lugar de otra persona. Quizá sea ese nuestro mayor problema. No sabemos pararnos en medio de una discusión y pensar: ¿Qué estará sintiendo la otra persona? Quizá me estoy pasando y le estoy haciendo daño. Pero no. Nosotros gritamos, descargamos toda nuestra furia en cuatro frases dichas por decir, sin siquiera pensarlas antes de que salgan por nuestra boca. Claro está que a los 10 segundos de haberlas dicho, nos arrepentimos completamente, e intentamos rectificar, pedir perdón... 
Aunque no todos. Algunos, aunque saben que se arrepienten con toda su alma, jamás pedirán perdón, jamás serían capaces de perder su orgullo, de admitir que han hecho algo mal y que quieren volver atrás. 
Algunas personas tan hipócritas que a la mayoría de la gente le resultan vomitivas y asquerosas. 
Pues bien, personas hipócritas del mundo, en especial tú, mi querido amigo, preparaos, porque tengo la extraña sensación de que pronto tendréis que pedir perdón, o al menos, admitir que necesitáis ayuda. 
Y, por mucho dolor que haya sentido, yo estaré dispuesta a darla.

15 de junio de 2011

If you've ever loved somebody put your hands up...

Supongo que así, exactamente así, es como tenía que suceder. Aunque el tiempo me devore cada dos por tres y me arrastre hacia ese mar de lágrimas al que yo llamo "rutina", pues últimamente es lo único que conocen ya estos ojos. Aunque cada vez que la brisa acaricie mi cara piense que eres tú. Aunque tiemble de pies a cabeza solo de pensar en ver aparecer tu figura al otro lado de cualquier esquina de una calle cualquiera algún sábado de cualquier mes. Aunque se me nuble la mirada de ver cómo tu indiferencia puede llegar a doler más que los propios insultos que un día nos gritamos sin gritar a través de esa pequeña pantalla, tecleando con mayúsculas mares de sensaciones que ninguno somos capaz de decirnos mientras nos miramos a los ojos. 
Mientras sentía que se desgarraba mi alma sin que el llanto acudiera a nublar mi mirada, y me rodeaban la soledad y la desesperación como dos mantos fríos, deseosos de quedarse en mi interior una larga y dura temporada. 
Y así, sintiendo sin sentir, viviendo sin vivir en mí durante demasiado tiempo, me di cuenta de que sólo podía ser amor. De que la vida tiene poco, o ningún sentido sin tus dedos recorriendo mi brazo, sin tu sonrisa alimentando mi respiración, sin tus besos inundando mi alma. 
Y, triste y cruelmente, quizá me di cuenta tarde, o quizá no quise decírtelo nunca, aunque mi interior deseara gritártelo. A lo mejor el orgullo de pensar que tú no lo pasaste mal en absoluto con todo esto me impidió soltarte en cualquier momento de cualquiera de nuestras múltiples discusiones que te quería, que te necesitaba, que no te imaginabas lo que había sufrido desde que te marchaste aquel día de marzo. Desde que algo se accionó y nada volvió a ser igual. Desde que la palabra felicidad no ha tenido acepción alguna en el diccionario que es mi vida, y las palabras "dolor", "obsesión", "malestar", "llanto", han pasado a ser las más buscadas. 
Pero, sabes, supongo que tenía que ser así. Que por alguna razón, no era nuestro momento. No éramos nosotros, ni las condiciones, ni el tiempo, ni el espacio.
Quiero pensar que no hay culpables en esta batalla en la que solo quedaron heridos. Quiero pensar que algún día en cualquier momento vendrá a tu mente algo que te recuerde a mí, y solo espero que sonrías cuando te acuerdes. Creo que no estoy en condiciones de pedirte nada más. 
Tendría que ser así. Tenías que no ser tú.

13 de junio de 2011

Soñar si no estás que me despierto contigo...

Y me perdí. Me perdí dentro de tus caderas, intentando sustituir el oxígeno que necesito para respirar por tu aliento. Soñando con una vida a tu lado que nunca podré conseguir. Me perdí intentando perderme dentro de tu esencia, intentando grabar en mi mente el sonido de tu voz, para poder reproducirlo cuando quiera dormir. 
Me perdí sin remedio ni explicación, en un mar de pensamientos que lloraban por no poder ser más que eso, pensamientos. Por haber perdido todo lo que algún día fueron, ese valor que los hacía únicos e inigualables. 
No dudes que esta noche soñaré contigo, que allí, en mis sueños, es el único lugar donde ahora podemos encontrarnos, allí, donde todo es perfecto y el amor que me das no conoce de fronteras ni de impedimentos.
Y si no hay otra forma de encontrarnos... que sea allí, en el mundo que nunca duerme, en mi mente... y en la tuya.

12 de junio de 2011

En el mundo genial de las cosas que dices...



Hacía mucho que no escribía en el blog. Supongo que durante unos meses he querido alejarme de mí misma, del mundo que me rodea, que no es en absoluto el que me gustaría. 
En estos cuatro meses, no ha pasado nada, si no que he ido hundiéndome, lenta pero segura en el lodo. Y aún no he podido despegar, no he podido salir de aquello que me hunde, que hace que me sienta triste. Supongo que sigo sufriendo por algo que está claro que nunca más podrá volver a suceder. 
No esperéis demasiado de mi triste historia, porque no tiene interés alguno. Es la simple historia de una princesa que nunca encontró a su príncipe azul, por más que lo buscó hasta los confines del universo. Que quiso morirse, y después resucitar. Que aún hoy sueña con algo para lo que la palabra imposible se queda corta.
Y así es esta pequeña princesa.




28 de febrero de 2011

El tren que se va.

Que te quería. Y ahora cada día es más difícil. Es tan difícil observarte de lejos, perdida en el olvido de tu mente, sabiendo que ya no sientes pasión por los besos que antes te volvían loco.
Sin embargo, aquí sigo yo, esperando que un día te des cuenta de tu error, recuerdes todos los momentos y vuelvas hasta mí, vuelvas a quererme, a sentir de verdad amor por mí.
Nunca dudé que me querías... pero tu facilidad para olvidar a veces me sorprende, y me hiere. Me hiere que todo lo que pasamos no te haya calado tan hondo como a mí. Me duele.
Me duele cada día, minuto, segundo.
Baby hit with an encore.