20 de diciembre de 2011

No lo entiendes, ni siquiera yo llego a hacerlo.

Frena. Da un paso atrás. Hoy vamos a ir atrás. Vamos a retroceder un poco en el tiempo. A ese tiempo donde todo era fácil, donde no había malas caras, ni insultos, ni gestos de desagrado.
Me empeño en ver la vida como si mañana me fuera a ocurrir algo especial, algo que hiciera que todo cambiara, que hiciera que volviera a ser feliz. Pero no, aún no entiendo que conmigo las cosas nunca han funcionado así. Que yo no necesito un día, necesito tiempo, ir yendo poco a poco, despacio... hasta crear algo, algo grande, algo que merezca la pena mirar desde lejos, y sonreír, y poder pensar "todo esto lo conseguí yo, con esfuerzo, con paciencia, disfrutando lo bueno y aguantando lo malo".
Cuando un "te quiero" podía significarlo todo, cuando no queríamos separarnos ni con pegamento, cuando la espera antes de vernos un día era eterna...
Es tan inevitable como respirar, tan profundo que me sigue quemando a pesar de todo, a pesar del tiempo, del olvido y del odio. Me quema, me duele aquí dentro, tan dentro que ni siquiera yo tengo ni idea de cuánto puede llegar a hacer.
Y aunque nunca leas esto, aunque nunca llegues a imaginar ni la milésima parte de lo que fue, no será porque no te lo repetí día tras día.