12 de octubre de 2014

Soledad

No sé muy bien por dónde empezar. Tengo tantas cosas que decir que la verdad es que no soy capaz de decirlas todas a la vez.
He llegado a la mayoría de edad. Y eso... parece que no es relevante; al fin y al cabo es un año más que poco distinto puede hacerte sentir. Pero la realidad no es así.
Echo la vista atrás y me doy cuenta de que en estos dieciocho años he cometido más errores que aciertos. De que personas que creía increíbles en realidad resultaron ser las peores influencias con las que me podía haber juntado, y que personas a las que desprecié de una u otra forma, al final fueron los que estaban ahí en los peores momentos.
No he sido perfecta, ni mucho menos. Con el tiempo, he ido forjando una conducta y unos principios con los que regirme lo más universalmente posible, con la simple intención de no dañar a nadie más de lo necesario, de no tener la necesidad de pisar para no ser pisada. 
Pero con el tiempo, tristemente, acabas dándote cuenta de que tus valores no son los mismos que los del resto del mundo. Y así nos va.
Te empeñas en hacer aquello que crees realmente correcto, pero siempre acabas recibiendo una puñalada de quien menos te lo esperas y en el momento más inoportuno. Somos así de hijos de puta, nos herimos por la espalda pero por delante decimos que nos apreciamos, hasta que nos queremos.
¿Pero qué es realmente querer? 
A veces pienso que he querido a mucha gente, que mi vida no tendría sentido si ellos no estuviesen.
Pero un día, alguien me dio una definición de querer que hasta el día de hoy me ha parecido la más válida: sabes que quieres a alguien cuando no te imaginas la vida sin esa persona.
Y tiene razón. Cualquier persona sin la que no puedas vivir, es realmente alguien especial.
Parece una tontería, y los más escépticos dirían que se puede vivir sin nadie, al fin y al cabo, físicamente podríamos vivir sin nadie. 
Pero no creo realmente que el ser humano pueda vivir sin nadie a quien querer, apreciar o incluso odiar. Para ello hemos desarrollado la función de relación, es algo necesario para nuestra especie.
Pues bien, he analizado mucho esa definición de querer a alguien, y debo decir que no sé si hay alguien de verdad en mi vida sin el que no podría vivir. Es triste, pero es real. Me he empeñado en que esa persona tendría que llegar en algún momento, y acabo de cumplir dieciocho años y no ha aparecido aún.
Quizá el problema de todo esto esté en mí misma. Quizá soy yo la que hace que no pueda vivir sin nadie. Quizá tenga que ser así.