14 de junio de 2012

Y hacer de mi mundo, nuestro mundo.

Supongo que te lo habré dicho mil veces. Que lo habré podido escribir otro millón, y que a veces lo grite porque soy feliz de que sea así.
Aunque, si te soy sincera, creo que aún no lo has oído las veces suficientes. Al menos las suficientes para hacerte una idea de lo que eres, de lo que significa para mí oír tu nombre. Esa sensación de alegría en el estómago, de no poder parar de sonreír, de sentir que estás ahí y de que llevas dos años sin irte.
Porque siempre que tengo un problema no hay otra persona en toda la faz de la Tierra a quien quiera ir a contárselo menos a ti, que me entiendes como nunca nadie lo había hecho, y aunque sea una tontería te preocupas como si fuera la peor tragedia del mundo. No sé qué hubiera hecho sin ti en tantas y tantas ocasiones, cuando no sabía qué decir, o qué hacer con nada.
Porque no se puede expresar con palabras las miles y miles de tardes a tu lado, tanto aburridas como divertidísimas. Tardes de esas que quisiéramos olvidar para siempre, y otras que nunca olvidaremos por lo geniales que fueron, porque estuvimos juntas.
Porque creo que no he experimentado sensación más triste que verte llorar, que ver como esos ojos de monstruo se inundaban de lágrimas, y ¿Sabes qué era aún peor? Verte así y no poder hacer nada para evitarlo, y consumirme, y sentir que se acababa el mundo si te veía así.
Porque removería cielo y tierra por verte sonreír, porque esa sonrisa nunca se borrara de tu boca, porque no hay sensación mejor que hacer alguna tontería y verte reírte sin motivo; verte e ir a darte un gran abrazo, de esos de los que dejan sin respiración, con los que se expresan esas cosas que nunca nos hemos dicho, pero que siempre hemos sabido.
Hoy no diré la palabra prohibida que empieza por gr... y termina por ...acias, porque es tu cumple, y habrá que respetar tus deseos de no querer escuchar esa palabra :)
Pero bueno, en realidad creo que todo lo que tengo que decirte se resume a ella, pues sin ti estaría perdida desde hace mucho, sin rumbo fijo, sin saber hacia dónde ir.
Por ser una de esas personas que me ha visto llorar y ha sabido siempre cómo consolarme, cómo saber secar mis lágrimas casi al instante. Por eso, por hoy, por ayer y por mañana.
Porque el pasado no lo podemos cambiar, pero el presente es nuestro, y el futuro aún más, y nadie sabe lo que pasará mañana, nadie tiene nada claro ahora.
Lo único que yo tengo claro es que en mi futuro quiero ver tu nombre escrito, con letras mayúsculas, con letras que sean sinónimo de amistad, amor, compañía, confianza, libertad...
Con letras que escribamos juntas.



12 de junio de 2012

Puedo ver cómo mientes.

Escribo. Escribo, escribo y escribo. Escribo sin parar lo primero que se me viene a la mente, los sentimientos más profundos de mi alma, los más intensos, los más puros.
Este es mi vehículo de movimiento, mi pequeño espacio donde ser quien yo quiera ser, quien querría ser. Ser yo misma es algo que siempre he creído que he sido, pero quizás me equivoque. Quizás me falten años y años de práctica para conseguir actuar de verdad como yo quiero. Si es que sé lo que quiero.
Porque, en realidad, ¿Qué es lo quiero? Y lo más importante, ¿Por qué lo quiero?
Parece que sé lo que hago, adónde me dirijo y la razón por la que lo hago. Pero no. En realidad no voy a ningún sitio en concreto, sino donde me lleva la corriente. Parece que lucho por alcanzar mis metas, pero es pura fachada. Hace tanto que no me apetece luchar... porque claro, luchar implicaría levantarse, y levantarse es el camino difícil. Creo que hace mucho tiempo que opté por llevar el camino fácil, ese en el que tienes garantizado un "todo irá bien, nada te hará daño", en lugar del camino del "A lo mejor nada va bien, pero te sentirás realizada".
Supongo que lo que tengo es miedo. Sí, un miedo atroz a pasarlo mal, a no poder levantarme de la cama en días, a conocer una rutina que he tratado por todos los medios de olvidar. Me alejo todo cuanto puedo de aquello que me puede hacer recaer en la soledad y el olvido. Me alejo de las palabras bonitas, de los "buenos días, princesa", de los "te quiero solo a ti". Y aunque me muera por oírlos aunque sea una última vez, lucho por alejarlos de mí todo lo posible. Lucho por BORRARLOS de mi vida.
Bueno, mira, a lo mejor sí que lucho.
Lucho porque te alejes de mí.

8 de junio de 2012

Pero cuando esté roto escuchar que merece la pena.

Siempre me he preguntado qué pasa con nosotros cuando un pilar fundamental cae. Cuando parece que aunque miremos a todos lados, no hay nada ni nadie a quién sujetarnos, que nos evite una estrepitosa caída.
Siempre he sabido cuáles eran mis pilares fundamentales, los que siempre estaban ahí y me evitaban cualquier tropiezo hacia el abismo. Quizá sin querer me salté uno, que aunque no brillara por sí mismo, era mucho más importante que todos los demás juntos. 
Acordarte de cualquier momento de tu vida, y verle a tu lado. Cualquier tontería que te haga sonreír y que ha hecho él. 
¿Qué hacer, cuando después de tanto, tantísimo tiempo, ya no está? Si ha desaparecido de repente... si ya no lo sientes cerca de ti, y sientes que te desmoronas. 
Me tienes ganada.