13 de noviembre de 2012

Los ingenuos son los felices.

Bueno... qué difícil es escribir esto sin saber muy bien cómo expresarlo.
A veces siento que las palabras se quedan cortas, demasiado cortas, para poder transmitirle a alguien todo lo que de verdad quiero. Ojalá existiera otra forma de comunicación con la que poder hacer sentir a las personas justo lo que sientes tú. Así sería tan sencillo...
Pero supongo que no me queda otro remedio que intentar plasmarlo aquí, desahogarme, que es el único fin de este blog.
Desahogarse... la verdad es que siendo sincera, hace mucho que no me desahogo con nadie. Supongo que hace bastante que no siento una verdadera unión con alguien, ese momento de plena confianza y de saber que diga lo que diga no me mirará de forma diferente ni me pondrá una mala cara. En realidad últimamente me pregunto si de verdad alguna vez he tenido esa clase de confianza.
Era consciente de que la gente miente más que habla, de que los que más dicen que "siempre estarán ahí" en realidad son los primeros que me abandonarán a la hora de la verdad, pero desde hace poco tiempo dejo atrás incluso a las personas a las que consideraba "importantes". Y sí, lo pongo entre comillas, porque no sólo eran eso, significaban confesiones, secretos, días de llorar y días de reír sin parar. Amistades que, como idiota que soy a veces, no me imaginaba que pudieran terminar así.
Me quedo con todos los momentos buenos, que son los que dentro de cinco años me harán sonreír y no con todo lo que está pasando ahora. Procuraré olvidar las malas caras y los saludos sin mirar a los ojos; las mentiras (porque ha habido mentiras para rato); y los días insoportables sabiendo que ya no puedes confiar en uno de tus confidentes más privados.
No sabría explicar si ahora mismo me siento bien o mal. Miro hacia delante y me doy cuenta de que me queda deshacerme de mucha gente y conocer a otra mucha, y así sucesivamente, una y otra vez... Por otro lado, tengo un pánico horrible. ¿Por qué? Estoy desengañada de todo. La poca ingenuidad y buenos pensamientos ciegos han desaparecido, probablemente para siempre. No me siento preparada para confiar en nadie, y pienso siempre lo peor que se puede pensar al conocer a alguien nuevo.
Pensándolo bien... es lo único que voy a echar de menos de ciertas personas.
La confianza ciega no existe, nunca ha existido.