29 de enero de 2012

Game over.

Es tan difícil desprenderse de un amor que lleva vivo tanto tiempo... un amor donde siempre ha quedado lugar a la esperanza, donde cuando menos lo esperabas podía aparecer un "te quiero".
A veces pienso que esos que tú me decías tantas veces, sólo quería decir "te quiero porque no quiero estar solo". Pero yo me engañaba, me engañaba queriendo creer que lo decías porque de verdad lo sentías.
Quizá lo que más nos gusta de esto es el juego. El juego de ahora querernos, ahora no, de estar con otras personas, pero nunca dejar de querernos el uno al otro, siempre dejando esa puerta abierta. Sin el juego estamos perdidos, y aunque lo intentáramos, ambos sabemos que acabaríamos estropeándolo todo de un momento a otro. Nuestra única manera de estar es así, jugando a que esto nunca acabe. Hoy sufro yo por ti, mañana lo harás tú por mí. Y así, a lo tonto, jugando al juego del amor, ¿Cuánto llevamos? Demasiado tiempo. Tiempo en el que ha habido momentos para todo. Para llorar, para reír, para amarnos con locura, o odiarnos con toda nuestra alma. Pero siempre, cuando parece que todo está perdido, que esta es la definitiva, alguno de los dos se da por vencido y vuelve. Así, sin más, como un círculo vicioso que parece que no se acaba nunca.
No sé si tú mismo te das cuenta, pero así, sin quererlo, estamos haciendo un pasado y un presente... juntos.