8 de marzo de 2013

Llámalo "orgullo"

Es una maldita guerra inútil. Esta, la que libro todos los días conmigo misma. Con mis principios y mis sentimientos.
Orgullo. Diría que el mayor pánico de mi vida es perder un poco, por mínimo que sea.
Supongo que se debe... a la única vez que lo perdí todo. A las consecuencias que todo aquello trajo a mi vida. Y le podría poner mil adjetivos calificativos negativos, pero no llegaría a asemejarse a lo que llegué a sentir.
¿Por qué esta lucha interna todos los días? ¿Por qué me niego a aceptar lo que siento?
Por miedo. Sí, ya está, ya lo he dicho.
Dios, tengo un miedo horrible, un pánico atroz al sufrimiento. Quizá sea por eso por lo que ya nunca me siento libre, ni me permito a mí misma disfrutar de los buenos momentos. "No disrutes Olga -me digo a mí misma-, todo esto se acabará algún día y sufrirás". Desgraciadamente, siempre suelo tener razón en esto.
A veces desearía ser como era hace dos o tres años, donde todo era fácil, yo era tan abierta y tan inocente hacia todo y hacia todos. Si ahora mismo yo fuera esa persona del pasado, probablemente ahora seria feliz, muy feliz, porque podría confiar, podría creerme todas las cosas bonitas que me dicen.
Maldita experiencia. Malditas malas influencias, maldito dolor contenido.
Quiero ir a contracorriente. Quiero saltarme las normas marcadas, quiero querer. Pero no puedo. Ya no.
Y lo he intentado, con todas mis fuerzas lo he intentado. Pero... bueno, digamos que cuando conoces demasiado bien a una persona, sabes que por mucho que tú lo desees, no cambiará.
Y mientras sepas todo lo que puede llegar a hacerte, mientras seas consciente de todo el daño que puede llegar a provocarte, no te permitirás a ti misma confiar.
Mientras tanto, solo cabe esperar quién gana la guerra entre tu dignidad y el eje central de todo tu mundo.

3 de marzo de 2013

"No sólo respirar es vivir"

¿Alguna vez te dijeron cómo vivir? ¿Alguna vez alguien tuvo la idea de decirte cómo actuar?
En realidad es simple. Vivir es lo más sencillo que podremos tener nunca. Sólo hay que inspirar, llevar el oxígeno a los pulmones y expulsar el dióxido de carbono. Y ya está
¿De verdad?
Una vez oí la frase "no sólo respirar es vivir". Y no le vi mayor trascendencia. Hoy me doy cuenta de que en realidad nunca me paré a pensar en ella. Y que tiene más razón de la que pretende tener.
Apuesto que hay millones de personas en el mundo que están vivas, pero en realidad no lo están. Miradas vacías, que no tienen ningún objetivo, ningún sueño, ninguna esperanza. Sonrisas que quieren aparentar tranquilidad y paz, pero que sólo provocan tormentos en quienes las observan.
¿Es ahora tan fácil vivir?
Probablemente siempre haya sido igual de fácil, pero nos obcecamos. No vemos más allá de nuestros microscópicos problemas, ignorando los detalles, las personas de nuestro alrededor que se levantan cada mañana con un único propósito: hacernos felices.
Porque quien diga que no se ha levantado ni una sola mañana pensando en querer que alguien sonría,  miente. Porque para eso estamos las personas en este mundo que parece no servir para nada en muchos sentidos. Para hacernos sonreír los unos a los otros. Para pensar en esa persona, y hacerla sentirse especial, hacerle ver que ese día estamos ahí para ella. ¿No es eso, al fin y al cabo, lo verdaderamente importante?
Yo nunca pedí un ramo de rosas rojas cada día, ni despertarme con un "buenos días, princesa" cada mañana. ¿Para qué? Esas cosas acaban aburriendo a cualquiera.
A mí lo único que me hace falta es una persona en la que pensar cuando esté mal, una persona que sepa que va a estar cuando no pueda ni levantarme de la cama, cuando tenga ganas de llorar y no sepa por qué, cuando me duela la cabeza.
Una persona que me aguante los días que esté insoportable, que perdone mis deslices, y que adore mis gestos y mi manera de caminar.
Quedaos con vuestros "amores" que os regalan mil detalles caros todos los días pero que no son capaces de ver cuándo estáis mal.
Yo me quedo con mi vida. Así, tal y como es.