29 de noviembre de 2011

Quién sabe...

No es entendible ni explicable. Que un día me importes una mierda y al siguiente vuelvas, y vuelvas con todas las consecuencias. No me explico por qué esta bipolaridad contigo y solamente contigo. Tengo siempre una opinión fija para todo, sé quién me cae bien y quién me cae mal, no cambio de parecer con nadie de la noche a la mañana... pero contigo todo da la vuelta. Hoy puedo quererte con toda mi alma, quererte hasta no dar más de mí, hasta llorar todas las noches por tenerte. Mañana... mañana quizá me importes una mierda. Es más, ten por seguro que será así. Mañana te ignoraré, pasaré de ti, y me dará igual tu mundo, tus problemas... hasta que el círculo se completa, y vuelvo a amarte locamente. 
¿Qué por qué contigo? Bueno, supongo que fuiste tú quién me enseñó a actuar así, y sólo estoy pagándote con la misma moneda. Supongo que tus idas y venidas, sin despedidas, sin saludos, simplemente volviendo una y otra vez como si no pasara nada, me hicieron darme cuenta de que esa es la única moneda de cambio que me servirá contigo: dejarme llevar. ¿Que hoy me apetece? Te saludo, pero no te acostumbres, porque mañana, o con un poco de suerte pasado, ya no serás nadie para mí.
¿Hasta cuando? Hasta que, definitivamente, no tenga nada que decirte.

27 de noviembre de 2011

Have I found you...

La cuenta atrás ha empezando. Cada día que pasa queda menos tiempo para llegar a aquella época de nuevo. No negaré que tengo miedo. Tengo un miedo terrible a que llegue, a que tenga que pasarla de nuevo... pero esta vez sin ti. Cada día me levanto con ganas de comerme el mundo, de encontrar a alguien que pueda pasar conmigo esos terribles días, pero no hay nadie... los días pasan, monótonos, uno tras otro, ninguno se diferencia del anterior ni del siguiente... días oscuros, días en los que te echo de menos, aunque tú ni siquiera te des cuenta. Aunque ni siquiera quieras ver a la persona que te sigue esperando, sin importarle el tiempo. 
Los días lluviosos me recuerdan a ti. A ti y a mí caminando agarrados de la mano, bajo un cielo cubierto, con la lluvia resbalando por nuestras caras, pero sin importarnos. 
Ahora, cada vez que llueve, pienso en ti, y te imagino mirándome como sólo tú conseguías mirarme, con esos ojos enamorados. Y te veo, así, dándome un beso en la frente mientras me abrazabas un poco más fuerte. 
Y... la tristeza inunda mis ojos.

18 de noviembre de 2011

Entonces lo sientes. Sientes que el mundo se te cae encima poco a poco. Sin más, sin motivos aparentes, pero es como si te hubieran clavado un cuchillo y lo fueran retorciendo cada vez más y más fuerte.
Esa necesidad de preguntarte qué tal te ha ido el día, cómo estás, por qué no quieres hacer esto. Esa felicidad cuando me contabas lo que te gustaba o lo que no. ¿Dónde está todo eso, eh? ¿Dónde quedaron tus "eres la única persona que me jodería perder"? ¿Y los "eres la única que me entiende"? 
Preguntas sin respuesta. Preguntas que sé que no debería hacerme, pero me hago y me repito todos los días, sin encontrar una razón lógica.
Una razón que ni siquiera tú sabes explicar. 

14 de noviembre de 2011

Sometimes it hurts instead

Intento convencerme de que esta vez es la definitiva. De que ya no volverás, de que por fin has dejado claro que no quieres tener nada que ver conmigo. Tú por tu camino, y yo por el mío.
Sin embargo, nunca es así de fácil, oh, claro que no. Siempre queda un resquicio, un clavo ardiendo del que me niego a soltarme, del que me agarro con todas mis fuerzas. Siempre dejas una posibilidad a la esperanza. Y, no sé por qué, siempre acabas volviendo.
No sé si es por tu impredecibilidad, por tus ganas de hacerme la vida imposible, o si soy yo, que me empeño y me empeño, que no sé vivir sin tenerte a mi lado, que me gusta que me lo compliques todo, pero que me gusta aún más cuando gracias a ti todo es tan sencillo como respirar. 
Quizá los dos tenemos culpa de que esto nunca se acabe, de que siempre que intentamos continuar nuestra vida por rumbos separados, ella se encargue de volver a unirlos, y nos haga volver a empezar de cero, con borrón y cuenta nueva, y ya está, punto.
No sé cómo nos las arreglamos, no tengo ni la más mínima idea de lo que te pasa por la cabeza, al igual que pienso que yo soy como un libro abierto respecto a este tema. Sólo espero que elijas lo mejor para ambos... pero por favor, elige ya. 

7 de noviembre de 2011

Y tanto que decían que tú eras mi destino...

Tarde o temprano tenemos que darnos cuenta de las cosas. Nos damos cuenta de que los reyes magos no existen, de que todo en la vida no es sacar buenas notas, ni que a todo el mundo le va en la vida tan bien como a nosotros. No, hay gente que se muere de hambre cada dos segundos en el mundo, que están viviendo situaciones el triple peores que las nuestras. 
Tarde o temprano nos despertamos un día, y sabemos que algo se ha accionado. Que ya no volverá a ser lo mismo. Nos damos cuenta de que aquello que tanto nos importaba ayer, no es más que una tontería hoy. De que esos "para siempre" que creíamos tan verdaderos, tal y como los sentíamos cuando los dijimos, en realidad nunca se cumplirán, porque, quien sabe por qué, ya no los sentimos. Hay veces que duele. Duele darse cuenta de que esa persona ya no cree en aquel "para siempre" o en aquel "siempre me tendrás a tu lado". 
Pero quien sabe, a lo mejor duele más darte cuenta de que tú misma tampoco lo sientes ya... 

5 de noviembre de 2011

Frena el tiempo.

Y otra vez vuelve la rutina. La rutina de no para de llorar hasta altas horas de la madrugada. La rutina de no querer levantarse por las mañanas, pensando que algo puede cambiar mientras no te muevas y te quedes muy quieta. Escuchando las canciones que pensabas que ya no tendrías que volver a reproducir... 
Joder, quiero morirme.

2 de noviembre de 2011

Cómo hablar...

Y entonces te das cuenta. Tenían razón. Por mucho que te empeñes en no prestar atención, en mirar hacia otro lado, y hacer como si la cosa no fuera contigo, en realidad te consumes lentamente. Intentas que no se te note, que parezca que estás perfectamente, como si nada hubiera pasado, pero por dentro estallas, te consumes y no sabes cómo solucionarlo.
Crees que pasar del tema es lo mejor, hacer que no te importa lo más mínimo y seguir tranquilamente hacia delante. Pero, tristemente, te das cuenta de que no puedes, ya no. No después de tanto tiempo, ni de tantas cosas que recordar. 
Y entonces, te acuerdas de aquella promesa que hiciste tanto tiempo atrás. Rememoras el momento en el que te formularon la pregunta que desencadenaría todo lo demás. 
"¿Estarás siempre ahí, pase lo que pase, o prefieres darlo todo por perdido?"
Y, cómo no, tú respondiste que siempre, SIEMPRE, permanecerías quieta, inalienable, sin moverte ni un ápice, siempre al pie del cañón. Y, como siempre, lo cumpliste. 
Y ahora te das cuenta de que ya no lo puedes cambiar. De que esa promesa no se ha roto nunca, por muchas cosas que hayan pasado, y esta no será la definitiva.
Te das cuenta, por suerte o por desgracia, de que elegiste no elegir a nadie más.
Lo malo es lo que eligieron los demás.