1 de septiembre de 2013

Memories

Y aquí estamos, creyendo como ilusos que el amor dura para siempre, que los sentimientos no se rompen, que sólo pueden hacerse más fuertes.
Cuántas veces hemos imaginado que aquellas palabras crueles que oímos no son más que delirios provocados por envidia, por sentimientos que la gente se niega a aceptar. Pero no nos damos cuenta de que tarde o temprano todo muere, incluso los sentimientos.
Cuando ya no eres capaz de girarte para verle caminar por cualquier calle, o cuando no te quedan fuerzas para decirle todo lo que hace varios meses hubieras gritado al mundo entero. Es ahora cuando nos quedamos callados y nos apartamos del medio del camino; somos capaces, después de tanto tiempo, de darnos por vencidos y tirar la toalla para nunca más volver a recogerla, para marcar el punto y final que debimos haber marcado hace tanto tiempo...
Pero ya no nos arrepentimos. Porque ya no miramos atrás y vemos sólo lo que queremos ver, ahora miramos al pasado y observamos cómo las cosas nunca fueron de color de rosa, cómo siempre hubo malos momentos, desengaños, pérdidas y sufrimiento hasta decir basta. Nos damos cuenta de que sonreímos por cosas que no eran verdad, por cosas que quisimos pensar que eran perfectas, pero que en realidad nunca lo fueron.
Y ahora abrimos los ojos al mundo y descubrimos que no hay personas adecuadas para nosotros, que no están, que nunca estarán. 
Porque ya no creemos en nada.