Hoy no quiero escribir por ti ni por mí. No quiero escribir porque me lean o porque no les interese ni una palabra de estas líneas.
Hoy quiero escribir porque es hoy, y porque hoy merece la pena escribir.
Por todo de lo que me acuerdo, y probablemente por todo lo que se me ha olvidado en este tiempo. Por no poder estar donde hoy me gustaría haber estado, o con quién. Por ser como soy y por cargarme a veces los mejores momentos. Por mi frialdad, por mi pasividad, por mí, al fin y al cabo.
Por la parte que nunca abandona mi muñeca, y por el peso que literalmente representa dentro de mí.
Por todos los noviembres, los 16, los 20, los 4. Y por intentar lo que nunca pude conseguir yo.
Por el último adiós, que nunca parece ser el último.