3 de agosto de 2018

Declaración de intenciones

Escribo esto con la única cosa que tengo clara en la vida: que soy sincera.

Sincera para bien, para mal, para que confíes plenamente en mí o para caer mal.

Soy sincera cuando hablo de sentimientos, cuando expreso sentimientos, cuando hago cosas, cuando no las hago, cuando hablo sin pensar, cuando me callo porque no hay nada que decir.
Soy sincera cuando digo que si me arrepiento es porque me arrepiento, pero también lo soy cuando digo que no me arrepiento de nada que me hizo estar feliz en un momento determinado. Besos, días, personas, momentos, conversaciones por Whatsapp... cualquier cosa.

Nunca he entendido a la gente con dos caras, a los que son capaces de ser hoy blanco y mañana negro; a los que hoy te quieren pero mañana te odian.

Y sí, a veces me imagino a mí misma contigo y a veces me imagino con otra persona. Ah, y a veces me imagino sola. Y en todos esos pensamientos solo hay una cosa en común: que me imagino feliz. Sin cadenas, sin quebraderos de cabeza, sin obstáculos y sobre todo sin tener que sufrir por cosas por las que no se debería sufrir.

Y si quieres pedirme algo sencillo, si quieres que te siga la corriente en todo, o si pretendes que la rutina se cuele entre mis días y (sobre todo) mis noches, me estarás matando lentamente.

Porque soy intensidad, sin alicientes ni edulcorantes. Porque no estoy hecha para cardíacos ni para aquel que no esté dispuesto a correr riesgos. Así que aléjate si no soy para ti, porque yo solo estoy para aquel que esté dispuesto a luchar por mí.