1 de febrero de 2016

Adiós al pánico de habernos encontrado...

En el fondo creo que nunca habrá texto que me defina mejor que el de Albert Espinosa en "Si tú me dices ven yo lo dejo todo, pero dime ven", aquel que habla de lo que puede marcar en nuestra vida algo a pesar de lo efímero que pueda llegar a ser. Ese tema que nunca nos importó lo más mínimo hasta que no le importó a otra persona que nos importaba a nosotros. Esa canción que conocimos gracias a alguien.
Pequeños detalles que en realidad lo marcan todo a nuestro alrededor.

Y la gran duda llega en aquel momento en el que te das cuenta de que no vas a poder volver a preguntar por ese tema, ni por ningún otro. Cuando se supone que tienes que olvidar cómo se solucionó aquel problema que le preocupaba o qué hizo frente a aquel dilema que le quitaba el sueño. Es como... si debiéramos olvidar que todas esas cosas siguen ocurriendo; como si debieran dejar de importarnos, o como si debiéramos hacer que nunca las supimos.

En realidad en cada relación, del tipo que sea, lo único que hacemos es un cursillo intenso sobre la vida de una persona. Aprendemos cosas que probablemente al resto del universo le dan exactamente igual, y por un momento nos parecen las más importantes del mundo.
Pero cuando las relaciones se acaban, ¿A dónde se supone que va toda esa información?

Como dice Albert Espinosa... la gente la olvida por sobrevivir.

Y ojalá fuera tan fácil.