19 de octubre de 2011

And when he's walking...

¿Quieres que te sea sincera? Está bien. Yo nunca busqué labios que al día siguiente de estar conmigo no supieran ni mi nombre. Yo quería un amor de esos de película, con besos eternos, sonrisas, y una relación en toda regla, de esas en las que el chico te viene a buscar a casa en su todo terreno gris para llevarte al instituto, o te regala dos docenas de rosas por San Valentín. Es cierto que nunca he sido capitalista, y que prefiero mil veces antes una púa desgastada pero con valor sentimental que un anillo de diamantes, pero tal vez la falta de amor me hacía desear esas cosas que nunca habían sido mi estilo.
Pensaba que tenía todo organizado, que sabía de quién me enamoraba, que jamás tenía dudas. Pero ahora... me miro al espejo y me doy cuenta de que echo de menos a alguien que aún no conozco. Que ninguna persona de mi entorno actual sabe aportarme lo que de verdad yo quiero... y me aterra. Me aterra no poder encontrar nunca a ese alguien que sé que está en alguna parte, muy lejos de mí, o tal vez demasiado cerca. Temo que nunca se me iluminen los ojos al ver a alguien dar la vuelta a una esquina, o cuando alguien me sonría.
Temo conocer ya a esa persona... y no querer darme cuenta.