29 de agosto de 2012

La manzana prohibida ya no nos hace infelices.

Supongo que ya iba siendo hora.
He aguantado mucho, mucho tiempo en esta situación. He pasado las mejores noches de mi vida hablando contigo, y las peores llorando porque te echaba de menos. Te he abrazado como si no te fuera a volver a ver, y me has dado tanto asco que me daban ganas de asesinarte.
Supongo que nos venía al pelo esa frase... "A veces te mataría, otras en cambio te quiero comer". Y digo nos venía, en pasado, porque creo que esto se acabó.
Pero no es un adiós más de los miles que nos hemos dado a lo largo del tiempo, no. Este, me temo, es el definitivo, el que marcará un antes y un después para los dos. Y es que los sentimientos ya no son los mismos, ni las miradas. Ya no hay insinuaciones, palabras ocultas tras frases casuales.
Miro atrás y a pesar de todo, sonrío. Porque ha sido todo tan grande, tan... especial. Si, esa es la palabra, ESPECIAL.
Porque no puedo describirlo de otra forma, y creo que nadie podría. En realidad, creo que nadie ha logrado entender nunca todo esto. Qué digo, ni siquiera nosotros lo hemos entendido, pero eso era lo de menos.
No espero que leas esto, en realidad creo que nunca llegarás a hacerlo, no me importa. Pero, si alguna vez llegas a pasarte por aquí, si alguna vez por casualidad me echas de menos, y quieres tener algo de mí a lo que aferrarte en las noches en las que ya no esté... sólo tienes que leer esto, y comprender aunque sea la mínima parte de lo que has significado para mí.
Quizá todo esto debería decirlo en persona... pero supongo que ese fue siempre nuestro gran problema.
Si te miro a los ojos, no podría decir todo esto. Espero que lo comprendas.
"Cada vez que te recuerde sentiré como me duele gritar una palabra más..."

19 de agosto de 2012

Amargo sabor a decepción.

La sola idea de verme obligada a escribir esto me revienta. Escribir cuando no te quedan fuerzas ni para expresar lo que sientes a viva voz, cuando el cúmulo de mentiras en el que vivías se rompe por fin, y quedas expuesta a la verdad de frente, sin tapujos.
Entonces ves todo con claridad, y te das asco. Te das asco tú misma, las personas que te mintieron y, en general, todo el mundo.
Desde que era pequeña me habían dicho que siempre tenía que hacer lo más que pudiera por los demás, intentar ayudarles cuando tuvieran un problema, consolarles cuando estuvieran tristes por algo, o simplemente hacerles ver que estaba ahí para cuando me necesitasen. Hoy, mucho tiempo después me hago la pregunta que quizás debería haberme hecho mucho tiempo atrás. ¿Quién me ayuda a mí, me consuela y me hace ver que siempre está ahí? La respuesta es sencilla: cada vez menos gente.
Hablas de gente interesada como si tú no fueras el primero en serlo, de gente hipócrita y egoísta, cuando no hay más significado para esas palabras que tu nombre. Me pregunto cómo puedes mirarte en el espejo muchos días viendo lo que has hecho y lo que haces.
Me pregunto cómo puedo mirarme yo en él, sabiendo que he perdido tanto tiempo en alguien como tú.

3 de agosto de 2012

Dejarse caer.

Darte cuenta de que quizás todo lo que has estado buscando durante tanto tiempo en realidad no era lo que querías.
Y de repente, darte la vuelta, mirar hacia atrás y ver que has sido feliz, joder. Toda la vida quejándote de cosas sin importancia, porque en realidad no te falta nada. Porque en realidad tienes todo lo que quieres, todo lo que puedes, todo lo que de verdad necesitas.
Y si no lo tienes, lo consigues.