14 de junio de 2015

Ni tú eres para tanto ni yo soy para tan poco

No escribo para llamar la atención. Todo lo contrario; de hecho, escribo porque esta es mi única vía de escape algunas veces. Mi vehículo de movimiento cuando nadie parece querer escuchar lo que llevo dentro. No me malinterpretéis, me gusta que la gente escriba por reconocimiento, para que otra gente pueda decirles lo bien que se expresan y lo identificados que se sienten con sus textos. Quizá yo me exprese peor, o no acabe nunca de conseguir decir lo que realmente quiero (que es lo que me pasa la mayoría de las veces), pero al menos siento que he descargado algo de todo lo que llevo dentro de mí en unas cuantas líneas.

Me encuentro perdida últimamente. Entre las incesantes dudas que me acechan, me doy cuenta de que me estoy olvidando de gente que creí que era importante en mi vida. Ahora me doy cuenta de que no. Quizá idealicé a una persona más allá de lo que nunca pudo llegar a ofrecerme. Igual pensé que podría hacerme feliz de alguna manera que nadie pudiera nunca llegar a entender. Hoy por fin comprendo que no es así. Me aferré a algo que en realidad no era nada, me dejé llevar y pensé que los golpes no eran más que incentivos para seguir apostando siempre por lo mismo, una y otra vez. Hoy me doy cuenta de que no, de que simplemente eran señales para que acabara con todo de una vez.
Aún hoy no creo que lo haya hecho. Pero... digamos que estoy un poco más cerca de la meta.
Cuando empiezas a darte cuenta de que alguien está de más en tu vida, volver atrás es bastante difícil. Y no puedo decir que no me sorprenda a mí misma escribiendo esto. Ni descarto ni descartaré durante bastante tiempo que en cualquier momento quiera venir aquí a borrar esto porque me he arrepentido... pero ahora no es ese momento, y hoy por hoy, esto es lo que siento.

Me gustaría haber llorado ríos amargos de lágrimas para darle más efusividad a este tema... pero la verdad es que hace tiempo que por determinadas cosas ya no tengo ni una dentro de mí.
Igual todo se limita a eso: si no te importa, no llorarás por ello.

Igual es la hora del cambio.