10 de mayo de 2012

Pase lo que pase.

No me canso de decir lo injusta que es la vida. Los hay tan felices, gente que lo tiene todo con chasquear los dedos... mientras otros viven la más desafortunada de las vidas. Supongo que es verdad que hay gente que nace con estrella y otros que nacemos estrellados. Y sí, me incluyo porque no sé qué me pasa últimamente, pero no doy una. O me equivoco, o creo que lo correcto es lo incorrecto en realidad. Supongo que es una racha, que todo acabará pasando, y algún día mejorará esta situación. Pero también sé que llevo así mucho, quizá demasiado tiempo, que cada día me levanto pensando que la calma llegará para apaciguar la tormenta que es mi vida, pero nunca llega. Y sí, por qué no, admito que tengo celos de toda esa gente a la que le va mejor que a mí en todos los aspectos. ¿Por qué a mí no, por qué no puedo olvidar tan rápido como ellos? Es algo que siempre me he preguntado, ¿Cuándo es el momento oportuno para olvidar a una persona, cuándo puedes dejar de quererle, y poder pensar en otros?
Está claro que para algunos la respuesta es muy simple: cuanto antes busques a otro, mejor te irá. Entonces, ¿Por qué yo no puedo? ¿Por qué me sigue jodiendo a más no poder y siento que ha pasado poco tiempo cuando en realidad fue hace una eternidad? ¿Por qué me persigue?
Dicen que el corazón aprende a olvidar, pero no aprende a dejar de querer. Que una vez que una persona entra en él ya no volverá a salir, aunque tú lo creas así. Que nos podemos acostumbrar a todo, a estar sin ella, a aprender a sonreír sin que ella sea el motivo. Pero no es lo mismo. Ya nunca es lo mismo.